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Jorge García-Dihinx

¿DIRIGIMOS NUESTRAS VIDAS O NO?

¿DIRIGIMOS NUESTRAS VIDAS O NO?

    Este viernes 29 de junio acudí al concierto de Sabina y Serrat con un amigo. El Pabellón Príncipe Felipe estaba lleno a rebosar. Bajamos a la pista y, tras andar unos metros entre la gente, elegimos un lugar donde quedarnos. Había mil caras distintas y ninguna conocida. El concierto estaba a punto de comenzar.

    Entonces “ella” me vio y me saludó. También estaba con una amiga. Con las miles de personas que había esa noche, tuve la suerte o el azar de ir a parar al único rincón donde estaba “ella”, la chica más guapa del concierto.

    ¿Casualidad? ¿Ocurren las cosas por azar? o ¿Causalidad? ¿Ocurren las cosas por algo? Causalidad implica que existe una razón para que algunas hechos ocurran.

    “Ella” y yo comentamos esa feliz “coincidencia” de toparnos el uno con el otro entre tanta gente. Y entre la conversación nos surgió el tema del azar de la vida. ¿Decidimos nosotros qué camino lleva nuestra vida? ¿O más bien la vida nos va llevando y, en su rumbo determinado por otros, vamos sorteando las dificultadas como podemos? ¿Dirigimos nuestras vidas del todo? ¿O sólo en parte? ¿No las dirigimos apenas y es el destino el que nos lleva por el río de la vida sin que podamos hacer nada?

    Para comparar ambas teorías me voy a servir del gol de Maradona contra Inglaterra en el mundial de México 86.

    Para los que no os lo sepáis de memoria, podéis pinchar en la dirección de You Tube que escribo a continuación. En ella se muestran esos segundos de gloria de ese gol histórico.

http://www.youtube.com/watch?v=QKqmGjpeQDE&mode=related&search=

    Maradona coge el balón en su propio campo y, tras regatear a dos jugadores, inicia desde el medio campo la carrera hacia la portería contraria. Marca un rumbo firme, al igual que cada uno de nosotros toma el rumbo que elige para su vida. No sabemos quizás a dónde llegaremos, pero sí el rumbo que queremos llevar. Pero claro, el camino de la vida no se puede trazar con una línea recta. Hay obstáculos, incidencias, adversidades, hechos, que habrá que sortear y que nos harán ir variando el rumbo inicial para poder seguir adelante.

    Así, Maradona va sorteando a cuantos la salen a su paso. Va cambiando de ritmo, ralentiza la jugada ante la llegada de cada jugador. Como así hacemos nosotros en la vida. Nos llega un problema o una situación nueva y nos detenemos un momento a examinarla. Entonces Diego acelera, cambia de ritmo y cambia el rumbo de forma mágica para salvar a cada contrario. Lo mismo nosotros, una vez tomada la decisión, avanzamos con firmeza para llevarla a cabo. Y así, cambiando el rumbo en cada momento, Maradona consigue llegar a su destino, la portería inglesa, salvar también al portero y marcar ese gol histórico. El gol de su vida. El gol de nuestras vidas. En inglés (para más INRI) “goal” significa propósito, meta, fin. El propósito de nuestras vidas.

    En un extremo están los que piensas que en la vida, nosotros somos Maradona. Controlamos casi todo. Van llegando dificultades pero las vamos negociando y mantenemos el rumbo de nuestra vida según la elección previa de cada uno.

    En el extremo contrario están los que piensan que es la vida la que nos dirige. Que nos va llevando el destino de un lado a otro siendo nosotros meros espectadores. En este sentido, nosotros no seríamos Maradona. Seríamos el balón que Maradona (Dios, destino, azar) dirige. En este caso, nos van llevando. Somos un balón manejado por otro. Vamos rodando en la dirección que nos lleva el destino, sin que podamos hacer otra cosa que rodar hasta el final de nuestro rumbo. En este punto de vista, nosotros ni siquiera llevamos el rumbo. La vida lo lleva por nosotros.

    ¿Cuál es el punto de vista acertado? ¿Es algo a mitad de camino entre ambos?

    Mi opinión es que la vida decide qué oportunidades nos va presentando y somos nosotros los que elegimos dentro de ese abanico de posibilidades. Es como cuando vamos a comer de menú a un restaurante. Nos dan a elegir entre 5 primeros y 5 segundos. Nosotros elegimos de entre esas pocas opciones que se nos ofrecen. No nos ofrecen las 5.000 comidas del mundo. Sólo una selección de ellas. De entre ellas, nosotros elegimos la nuestra.

    Pensando así, tanto la vida o azar, como nosotros, formamos parte del destino final de cada uno. No todo está predeterminado. Están predeterminadas una opciones que se nos van a presentar, pero amigos, nosotros somos al final los que elegimos entre esas opciones. Elegimos si nos casamos o  no con esa chica que el azar nos hizo conocer. Elegimos si coger o no esa plaza de Pediatría en Calatayud que salió en un momento en que yo estaba allí. Elegimos si nos vamos o no a Canarias a trabajar cuando hay una oferta de empleo. Esa chica canaria (como la mujer de mi primo Fernando) elegiría si ese chico tan majo era o no con quien quería ella estar. Y aunque esa canaria haya terminado viviendo en Zaragoza, cosa que nunca se habría imaginado y que el azar proporcionó, ella fue al final la que decidiría si seguir o no el rumbo de su vida junto a esa persona.

    Existen miles de almas gemelas para cada uno de nosotros. El destino sólo nos mostrará un ramillete de esas almas gemelas, nunca a todas. Pero nosotros seremos quien decidamos cuál de esas será la mujer con la que queramos recorrer juntos el viaje de la vida. El mejor viaje que existe.

    Jorge

¿QUÉ OPINAS DE...?

¿QUÉ OPINAS DE...?

     El origen de estas reflexiones finales tras “La Meteo que viene” no es otro que el de la necesidad de comunicar sentimientos o formas de ver la vida. Saber que al otro lado hay personas que las están esperando me anima a seguir escribiendo.

En este sentido, siempre me han llamado la atención esas entrevistas que hacen a gente conocida a la que le preguntan sus preferencias en tal o cual tema. A mí, que no soy conocido ni famoso, nunca me han planteado esa lista de preguntas. Así que, esta vez, antes de la próxima reflexión (que prometo interesante y trabajada), suelto sin más, mis respuestas a unas preguntas que me podría estar haciendo una hipotética 3ª persona. Mis preferencias, elecciones, gustos o ideas, tan válidas como cualquier otra. Sólo es mi visión sobre ciertas cosas de la vida de diario.

Empezamos...

¿Una ciudad para vivir?: Zaragoza

¿Una playa? Zarautz...

Una montaña: Sólo una?? Todas las de los Pirineos.

Una profesión: La pediatría. Para mí, el trabajo más bello del mundo.

Un Hospital: El Ernest Lluch de Calatayud

Un maestro: René Sarrat, Catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina de Zaragoza.

Un médico: Mi padre. El mejor traumatólogo que conozco, en todos los sentidos. Con exquisita dedicación a todos y cada uno de sus pacientes.

Una médico: La Dra. Ana Carboné. Lleva los niños con cáncer del Hospital Infantil de Zaragoza. Combina empatía, inteligencia, humor y transmite amor... Todo junto de una forma mágica.

Un equipo de fútbol: El Real Zaragoza

Otro?: El Real Zaragoza

Un gol: El de Maradona contra Inglaterra. (El de la mano de Dios fue con la mano...)

Una mujer: Mi madre. El mejor ejemplo diario.

Un ejemplo de ilusión: Mi hermano

Una afición: La fotografía 

El deporte más bello del mundo: El esquí de travesía

Una comida: Cualquiera en buena compañía

¿Un viaje?: El de la vida. Sobre todo por la gente que te acompaña en ese viaje

¿Un país para viajar?: España. Tenemos tantas cosas maravillosas en un país tan pequeño. Playa, montaña, nieve, sol, parques naturales, desiertos, cultura, historia, arte, vida en las calles... Tenemos el mejor país del mundo

Un país para vivir: España, está claro.

¿La chica más guapa del mundo?: Cada novia que he tenido fue, en su momento, la chica más guapa del mundo.

¿La chica más guapa del mundo en este momento?: Ni idea.

¿Y la chica más guapa de tu hospital?: Una adjuntinina de urgencias que vino de Badajoz.

¿La prefieres rubia o morena?: Que tenga luz en la mirada.

¿Has conocido ya a la mujer de tu vida?: Creo que no.

¿El mejor momento de tu vida?: Está por llegar.

¿Y el peor? No podría responder... Es duro ponerte a pensar en los momentos más tristes de tu vida.

Cualidades que valoras en los demás: Sinceridad, generosidad, sencillez, naturalidad, bondad, empatía, inteligencia.

Cualidades que detestas: La envidia, la hipocresía, la falsedad, el egoísmo.

Lo peor de este mundo: Las guerras, la violencia, la falta de amor.

Lo mejor: El amor. Es lo que hace que el mundo siga funcionando.

¿El amor más alto?: El de una madre hacia sus hijos.

¿Dinero, poder o salud? Elije 2 de los 3: Salud y salud...

¿Amar o ser amado?: Amar, sin duda. El que más ama, más siente.

Un amigo: El que está ahí en los peores momentos.

Un libro: El Principito.

Una película: El Club de los Poetas Muertos. La vida es bella. Amelie...

Un cantante o un grupo de música: Es que hay tantos... Ahora acabo de conocer un grupo llamado Macaco, me encantan sus letras (una mezcla entre Manu Chao y Chambao)

Un momento de paz: La siesta, solo o acompañado.

Un momento de creatividad: Escribir estas reflexiones mientras escucho música.

Un momento de soledad agradable: Correr por el parque con música en mis oídos.

Un momento para pensar: Cada viaje en coche a mi hospital de Calatayud. La música me transporta lejos de la carretera... Muchas reflexiones se crean en esos viajes.

Una razón para vivir: Amar...

Un consejo: Trata a los demás como querrías que te trataran a ti.

Un propósito personal: Aprender a escuchar más (nunca lo mejoraremos lo suficiente)

Una suerte: Haber nacido...

Un agradecimiento: A todos los que, cada día, me dan alguna muestra de amor.

¿Un deseo?: Es que si lo digo no se cumple... 

Jorge

LOS TRES PILARES: SALUD, TRABAJO Y AMOR

LOS TRES PILARES: SALUD, TRABAJO Y AMOR

Tres pilares considero importantes tener (o aspirar a tener) en la vida: SALUD, TRABAJO Y AMOR.

Y los pongo en ese orden de importancia. En primer lugar, la salud, que no siempre depende de nosotros. Nos podemos cuidar, pero a menudo nuestra salud depende del azar o de Dios. Cada día que nos levantamos con salud deberíamos dar gracias. No somos conscientes de que ésta puede empeorar bruscamente cualquier día, sin avisar. Luego también puede lentamente volver mejorar...

Una vez que uno recobra la salud, es cuestión de voluntad personal el conseguir un trabajo en la vida. El trabajo no sólo nos da el sustento económico para vivir sino que nos hace sentirnos útiles. Algunos incluso haríamos nuestro trabajo sin apenas cobrar pues da mucho sentido a nuestra vida. Nos proporciona felicidad. Por lo menos a mí.

Una vez ya con salud y con un trabajo que nos haga sentirnos bien, el amor es cuestión de tiempo. Termina por aparecer, tarde o temprano. Y generalmente sin que uno decida cuándo.

No es frecuente tener las tres cosas a la vez pero, con un poco de suerte y fe, a veces, ocurren. Mientras haya salud, cuidaremos y mimaremos las otras dos para perpetuarlas lo más posible. Habrá gente que antepondrá el dinero o el poder a estos tres pilares, pero dudo que eso les de la felicidad a ellos o a los de su alrededor.

Por supuesto, éstas son unas reflexiones personales y no la verdad absoluta. Como bien dice mi amigo Chavi, una misma botella siempre puede mirarse desde distintos ángulos. Y cada punto de vista será válido para cada persona individualmente. Incluso el punto de vista va cambiando en una misma persona en las diferentes etapas de la vida, verdad?

Jorge

SÉ FELIZ SIENDO NATURAL, SIN FORZAR NADA

SÉ FELIZ SIENDO NATURAL, SIN FORZAR NADA

     Cuántas madres me dicen que si no “forzaran” a su hijo a comer no comería nada. Que se moriría de hambre. ¿Alguno habéis leído en el periódico que un niño se muera de hambre en este país por dejarle comer según dicte su apetito?

     El niño forzado ve el momento de la comida como un calvario, vomita, llora, etc... Además tiene poco hambre porque en la comida anterior ya le forzaron a comer más de lo que necesitaba. Las madres lo pasan fatal, sin saber que el problema no es del niño (“que no le come”... Pero hay algún niño que sí coma??). El problema es de ella. A todos nos han engañado para comernos ese macarrón de más. “Sólo uno más y ya a jugar, vale Jorgito?”. Jorgito que lleva ya 3 macarrones más de los que necesitaba... Afortunadamente luego uno crece y ya le dejan tranquilo. “Si es que siempre fuiste mal comedor...”.

         Esta pequeña anécdota me sirve para proyectar un mensaje más global sobre la vida: No forzar a nadie a nada. No es natural. 

        No fuerces a un niño a comer. 

        No fuerces a alguien a ser quien no es.

         No fuerces a casarse a alguien que no quiere.

         No fuerces querer gustarle a una chica si no es así. Si no le gustas como eres es porque le gusta otro que es diferente a ti. Lo mismo digo a las chicas. Si van dos detrás de un chico, será él quien decida cuál le gusta más, no ellas o quién lo vio primero. Si cada uno es como es y no fuerza su forma de ser, termina con quien tiene que terminar. Si fuerzas algo no natural, acabará por romperse. 

        No fuerces cambiar el curso de un río. Es así por alguna razón. Forzar a cambiar algo que es no aceptar la vida tal como es. La aceptación proporciona tranquilidad.         No fuerces a nadie a que te diga más veces “te quiero”. Quiérele sin más. Deja que te quiera como el sabe.

         No fuerces a nadie a quedarse a tu lado si quiere irse. 

        No fuerces a nadie a escalar, a esquiar, a nadar. Si lo quiere hacer, lo hará, te llamará para que le enseñes. Si no, si lo ve impuesto, no empezará convencido y menos aún disfrutará. Abandonará.

         Podemos “forzarnos” a nosotros mismos a ser mejores, a estudiar más, a ir a correr al parque, a superarnos en tal o cual disciplina. Pero no deberíamos forzar a otros a hacerlo. Si alguien quiere hacer algo lo hará. Si lo forzamos, dejará de hacerlo en cuanto nosotros ya no estemos allí, porque es algo que habíamos decidido nosotros por él.

         Podemos aconsejar, sugerir, alentar, animar, pero nunca forzar. La felicidad de las personas la dicta la naturalidad. Se necesita paz interior para ser feliz y no se tiene paz interior si uno no hace lo que siente, sin que nadie le fuerce.

         Es como los regalos. Los más sinceros son los que se dan porque a uno le sale, no porque haya que hacerlo cuando llega la fecha de un cumpleaños o un aniversario. El otro día un amigo médico de mi hospital me grabó un CD con música clásica porque sí. Y ahora lo escucho y me inspira mientras escribo estas líneas.

         “Go with the flow” (“Déjate llevar” dice Chambao). Sé tú mismo y, sobretodo, deja a los demás que sean como son. Sin forzar a cambiarles. Es el mejor regalo que les puedes hacer. Y así, siendo cada uno como es, muchos, de forma natural, cambiarán... seguramente a mejor.

         Jorge

¿TE HAS SENTIDO QUERIDO DE PEQUEÑO?

¿TE HAS SENTIDO QUERIDO DE PEQUEÑO?

    

      Muchas madres que dan a luz en mi hospital dejan a sus bebés llorar sin cogerles en brazos. Yo les pregunto por qué les dejan llorar. Por qué no los cogen. Me dicen: “Es que si no, luego se acostumbrará, sabe?” 

        Exacto, se acostumbrará a saber que hay alguien que le quiere. Si un niño se siente querido, se siente importante, se siente valioso. Si no se siente querido se sentirá prescindible, no se querrá a sí mismo y, por ende, no sabrá querer a otras personas. Uno necesita sentirse valioso, quererse a sí mismo, para poder querer a otros. 

        “Malcriar” significa criar mal, es decir, criar sin amor. Yo no estoy diciendo que cuando el niño hable y entienda las cosas no se le pueda explicar qué debe o no hacer. Malcriar es comprar al niño todo lo que pide para que se calle. El niño no necesita que le compren cosas. Necesita sentirse escuchado, atendido, querido.

         El niño de 1 mes de vida que llora en la cuna está diciendo: cógeme, aliméntame, quiéreme. El instinto de cualquier madre que oye llorar a su hijo es cogerlo, alimentarlo, quererlo. Por eso hemos llegado a donde estamos, porque el amor de las madres les hizo coger a esos llorones e impidió que hace miles de años esos niños fueran devorados por las fieras o se murieran de hambre en las cuevas. El amor de las madres hacia sus hijos impide que éstos se mueran, les da la autoestima que necesitan y les transmite la capacidad de amar luego a los demás.

         Por eso yo les digo a las madres. Haga lo que le diga su instinto. Siempre acertará. Es lo que ha hecho que la humanidad subsista. Los  problemas del mundo no suelen ocurrir por exceso de amor, sino por falta de amor. 

        Les digo (delante del marido): ¿A usted? ¿Quiere que su marido le quiera todos los días y que se lo demuestre? ¿Que le de un beso cada vez que llega a casa? ¿O prefiere que sea un cardo y se vaya todas las tardes al bar con los amigos hasta pasada medianoche, no vaya a ser que usted se acostumbre a que le quiere?. Que no se enfade ningún marido con estas frases. Son sólo comentarios de un pediatra, pero no de un padre de familia. Estoy seguro de que el día a día es mucho más duro y complejo que lo que he escrito en estas líneas.

Jorge

VIVIR EN LOS MUNDOS DE YUPI

VIVIR EN LOS MUNDOS DE YUPI

      El otro día me llamaron desde urgencias para ver un niño con fiebre. Por lo visto el padre había preguntado qué pediatra estaba de guardia y cuando le dijeron que estaba el Dr. García-Dihinx comentó: “Ah, el pediatra que vive en los mundos de Yupi”. Por lo visto se lo había oído comentar a una enfermera de la planta, según me confesó después.

         Algunas enfermeras corroboran que es así. Una dice que me ve como flotando un metro por encima del resto de la gente. Como el que está enamorado y vive en “su mundo”. 

        Hay también una residente de familia que suele decir: “Jorge, es que es feliz…” (en su mundo?). Parece como si mi mundo fuera distinto al que vive el resto de la gente. Permítanme que discrepe. Vivo en el mismo mundo que el resto y soy consciente de que hay desgracias que ocurren cada día y que la vida no siempre es fácil. Pero no tengo ninguna razón para no ser feliz y sí muchas para serlo. ¿Qué razones tengo para ser feliz?

         Vamos a ver, me levanto cada mañana y no me duele nada. No tengo ninguna enfermedad grave. Tengo intactas mis facultades mentales y mis cinco sentidos. Puedo oír música, puedo ver las cosas delante de mí, puedo ver esos ojazos de los niños que vienen al hospital, puedo ver los molinos de La Muela al amanecer conduciendo al hospital y puedo ver los sarrios corriendo por la nieve cuando voy con esquís. Puedo oler el perfume de una chica que se acerca a darme dos besos. Puedo sentir el tacto de una caricia en mi piel. Puedo saborear una buena comida entre amigos o una cerveza como estoy haciendo en este momento y oír piano al mismo tiempo.

         Tengo un coche que me lleva a donde quiero, una casa preciosa donde relajarme y un trabajo maravilloso donde me siento querido. No tengo a ninguna persona que me haga daño y si las tuve ya me alejé de ellas.

Tengo Casablanca, tengo El club de los poetas muertos, tengo Volver a empezar, tengo La vida es bella y tengo a Amelie…

         También tengo a Bach, tengo a Mozart, tengo a Julieta Venegas, a Sabina y a Serrat…

         Vivo en un país donde uno puede opinar con libertad, elegir hacer lo que quiere, votar libremente, trabajar libremente, pasear por la calle a cualquier hora y darse un beso de película en mitad del Paseo de Independencia.

Puedo estar escribiendo todo esto sin mirar al teclado porque mi madre, que siempre ha sido muy lista, ya me llevó a clases de mecanografía cuando era niño. Y así estuve dale que te pego con el “asdfg” y el “qwert”. 

        Tengo salud, tengo trabajo, tengo unos padres y hermanos que me quieren, tengo amigos. Tengo paz. Tengo pasado, tengo presente, tengo futuro, tengo ilusión… 

        Tengo unas zapatillas para ir a correr por el parque. Tengo un par de esquís para recorrer el Pirineo cuando éste se viste de blanco y otro par de repuesto para llevar a algún amigo conmigo. Tengo una bicicleta para recorrer las calles de mi ciudad en dos pedaladas mientras siento el aire en mi cara. Tengo al Reaaal Zaragoza, tengo el gol de Nayím en París, tengo el 6-3 al Barça con el “Paquete Higuera” y el 6-1 al Madrid con Diego Milito.

         Tengo tiempo para escribir estas líneas y tengo conciencia de tener todo esto y de que podría no tenerlo algún día.

         Sinceramente pienso que nadie necesita que le toque la Lotería para ser feliz. Creo que la lotería nos toca cada día que pasa en que tenemos todas estas cosas… y que las valoramos.

         Mi mundo es el mismo que el de vosotros. Un mundo en el que sé que hay desgracias, guerras, hambre, injusticias. Pero también hay alegrías y hay amor.Creo que en el país en que vivimos, sin penurias, ni ausencia de libertades, ni guerras, ni hambre, la felicidad no debería ser un derecho sino casi una obligación diaria. 

        Jorge

EL VALOR DE SER AUTÉNTICO

EL VALOR DE SER AUTÉNTICO

      En este mundo en el que vivimos… fast-world, de consumismo. De falsedad, de fachadas, de hipocresía, de “felicidad” rápida y superficial…… en este mundo de hoy en día… las personas, sin embargo, somos las mismas que las de hace 50 o 100 años. Gente que vivía en un mundo, que seguro era más auténtico.

         Personalmente intento huir de la superficialidad y la hipocresía. El “quedar bien” porque sea políticamente correcto. En verdad, donde hay autenticidad, hay personas de verdad.

         Piensa y busca los momentos en que alguien es, de verdad, auténtico contigo. Esa mirada de tu pareja, de tus hijos, de tus padres, de tus hermanos, de ese amigo de verdad. Esa mirada no tiene precio. Más aún en un mundo tan falso como el que vivimos, como el que nos muestra la televisión. Si alguien es auténtico contigo, si te da de lo más preciado de su vida. Si te da de sí mismo, de su intimidad, de su sentimiento, párate a disfrutarlo. Porque,  hoy en día, es un bien codiciado y poco frecuente. No lo puedes comprar. Esa es su riqueza.

         Sé auténtico con los que lo son contigo. Sé auténtico incluso con los que no lo son. Ellos no sé si serán más felices, pero tú sí.

Jorge

LO QUE MI PADRE ME ENSEÑÓ: AMA LO QUE HACES

LO QUE MI PADRE ME ENSEÑÓ: AMA LO QUE HACES

       Desde pequeñito veía a mi padre como una persona feliz con lo que hacía. Dedicado con sus pacientes como no existe otro traumatólogo, seguía estudiando cada día para mejorar. Explicaba con paciencia y con entusiasmo las cosas a cada paciente.

         Quiso enseñarme con el ejemplo y lo consiguió. Consiguió transmitirme ese amor por hacer la mejor medicina posible. Me transmitió que sólo hay una forma de hacer las cosas en medicina. Hacerlas bien. Y nunca conseguirás eso si no amas lo que haces.

         Durante la carrera me llevó cientos de veces a quirófano a ayudarle a operar. Allí pasábamos duras horas de pie, sudando. Pero él terminaba feliz, con una mirada de satisfacción que a pocas personas he visto. Yo quería ser de mayor como él. Alguien que disfrutara curando a la gente, aunque se precisaran horas de sufrimiento y otras en casa de estudio. 

        Tanto él como yo vimos que operar no me llenaba. El quirófano no era lo mío. Mi padre habría preferido que siguiera sus pasos, pero antes de eso quería verme feliz con lo que hacía, al igual que él lo era con la traumatología. “Lo importante es lo que uno siente”, me decía. “Elige lo que te haga feliz”. Y elegí pediatría.

         El maestro enseña al alumno y luego el alumno elige su camino. El padre enseña unos valores al hijo, una forma de vivir la medicina, de vivirla de forma responsable, con entrega, con amor. El hijo escucha, reflexiona y luego decide. Ahora disfruto cada día con la que para mí es la profesión más bella del mundo.

Gracias por enseñarme lo fundamental, papá.

Jorge