TENER COSAS O DISFRUTAR DE ELLAS?
Las cosas de la vida se disfrutan, se posean o no. Incluso creo que a menudo se disfrutan más las cosas que no se poseen. Sólo se puede poseer un número limitado de cosas y sin embargo, durante toda una vida, se puede (y se debe) disfrutar de innumerables otras.
Hace poco Ángel y yo encontramos un paraguas abandonado en una pista del Pirineo. No sabíamos de quién era (le faltaba el mango). Lo cogimos y luego nos sirvió para pasar dos días bajo la lluvia en una travesía por el Parque Nacional de Aigües Tortes y Sant Maurici (Carros de Fuego). Dos días antes de terminar la ruta, se lo dejamos a otro grupo que seguía varios días más, pues sabíamos que nos quedaban dos días de sol y a ellos les podría llover el 3º día. El paraguas no era de nadie. Estaba para ser usado, para ser disfrutado.
Unas semanas antes descubrí con Alicia una diminuta cala al sur de Sant Carles de la Rapita en la que sólo cabían nuestras dos toallas. Era como de cuento de hadas. Esa preciosa cala no era nuestra, pero estuvimos disfrutando de ella durante unas horas... como si lo fuera. Y yo, en verdad, disfrutaba más de ella precisamente porque no era mía. Esa tarde, cuando volvía conduciendo a Zaragoza pensaba... otros estarán disfrutando ahora de esa maravillosa cala solitaria. Y eso me gustaba.
Dos días antes vimos a una pareja intentar volar una cometa al atardecer en la Playa Marquesa del Delta del Ebro. (De esa pareja es la foto de cierre de hoy). Al volver anocheciendo vimos que habían dejado la cometa en la arena. No era de ellos. Al día siguiente, otro niño seguramente jugaría con ella también.
Por alguna extraña razón nos gusta poseer cosas. Un apartamento en la montaña, otro en la playa... Pero, en realidad, hay tantas playas por disfrutar y tantos valles por conocer.
No tengo más casa que donde vivo y, sin embargo, disfruto cada verano de unas semanas al pie de la maravillosa playa de Zarautz y cada vez que puedo me escapo a conocer otros valles del Pirineo. Visito a amigos, pernocto en un refugio, en una casa alquilada, viajo... pero no poseo nada.
Cuantas menos cosas se poseen más libre se siente uno con su riqueza interior. Creo que todo lo que tenemos lo llevamos dentro y que si tuviéramos que saltar al mar desde un barco hundiéndose, todo lo que nos lleváramos debería estar en nosotros.
Es cierto que la posesión de las cosas puede proporcionarnos seguridad, tranquilidad, un legado que ofrecer... pero también pueden suponer una esclavitud por lo que cuesta conseguirlas. El dinero y tiempo invertido en poseerlas nos puede impedir disfrutar de otras muchas cosas de la vida.
Canta Jorge Drexler:
Estamos escuchando a la sombra de nuestra parra una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra.Y sin tenerte, te tengo a vos... y tengo a mi guitarra.(y sigue con el estribillo)
Hay tantas cosas... yo sólo preciso dos... mi guitarra y vos... mi guitarra y vos.Jorge
2 comentarios
Maria Josefa -
Aún que me guste mucho leer, no me gustan los libros nuevos. Me gusta leer aquellos ya medio rotos y sucios por las tantas manos que los hojearon. Me gusta pensar que otras personas también aprovecharon, soñaron y viajaron por aquellas páginas.
Soy brasileña. Abrazos desde la provincia de São Paulo.
laura -